Penélope es una joven de 28 años, licenciada en Psicología, encantadora, algo tímida pero muy pasional. Una chica alta y delgada, que aunque tiene poco pecho es una auténtica preciosidad, con sus sensuales y carnosos labios, unos grandes ojos verdes que desarman y seducen cuando te miran y unas piernas largas y bonitas.
Su cuerpo, la manera en que lo mueve, su dulzura y su carita angelical atraen y han atraído a los hombres desde que era una adolescente.
ENTREVISTA
He
concertado una amplia entrevista con Penélope para hablar de su vida
y las experiencias sexuales que estoy utilizando para escribir mis
historias sobre ella. Pero también de otros detalles íntimos que no
deseaba contarme en su momento ni desea que queden escritos en un
libro.
Nos citamos en una
cafetería decorada en estilo vintage con zonas independientes -casi
privadas- donde podemos hablar sin que nos interrumpan.
Llega
cinco minutos después que yo. Tan guapa como siempre. Con sus ojos
verdes resaltados con un poquito de color -aunque le guste decir que
apenas se pinta-, sus carnosos labios también demasiado húmedos
para no haber recibido algún tipo de cuidados y vistiendo una
sencilla camiseta de manga corta, muy ajustada y que le deja al
desnudo el ombligo, y unos shorts de encaje en rosa que con sus
piernas largas y bonitas le quedan realmente sexys.
A
través de las cristaleras puedo observar cómo la miran los hombres
con que se cruza. El pelo se lo recoge en una cola que le descansa en
la zona derecha del pecho. Es una mañana de mucho calor.
Nos
saludamos con dos besos. Pedimos al camarero un té frío con limón
para ella y un café solo para mí.
PAULA-
¿Qué tal sigue tu vida amorosa? -le pregunto para romper el hielo.
PENÉLOPE-
De maravilla-. Y sonríe con su espontánea sonrisa de siempre, para
ratificar la respuesta.
PAULA-
He observado mientras te acercabas por la acera cómo te miran los
hombres.
PENÉLOPE-
A los hombres les gusta mirar.
PAULA-
Sí, pero considero que a ti te miran de un modo especial. Como si
quisieran desnudarte con la mirada.
PENÉLOPE-
También he comprobado que miran a otras chicas así.
PAULA-
De todos modos, Penélope, serás consciente de que además de que
eras muy guapa y estás muy bien, despiertas un interés (diría que
hasta morboso) entre los tíos que no despertamos otras. Fíjate en
el camarero que nos ha tomado nota -esboza una ligera sonrisa
mientras mira hacia la barra y cruza las piernas- ¿A qué lo
atribuyes?
PENÉLOPE-
La verdad, Paula, es que no me considero tan irresistible. Pero sí
admito que ya desde chiquilla atraigo la atención de los chicos.
Creo que ayuda mi aire de adolescente e ingenua.
PAULA-
Que tú haces todo lo posible por resaltar.
PENÉLOPE-
Cada una utilizamos nuestros recursos -se ríe-. En serio, reconozco
que, aunque soy alta, como tengo poco pecho y la cara un poco
infantil suelo parecer más joven de lo que soy. Me gusta vestir
falditas cortas y de arriba ir bastante ajustada. Y mis gestos y mis
palabras reconozco que acostumbran a ser amables -o al menos no
bruscos- incluso cuando me dirigen alguna grosería. Eso puede que
les transmita la impresión de que soy una chica fácil.
PAULA-
Y no lo eres...
PENÉLOPE-
Yo considero que no.
PAULA-
¿Nunca te has acostado con nadie que no quisieras?, ¿nunca te has
visto en una situación comprometida o te han forzado a...
PENÉLOPE-
Oh, no, no, Paula. Situaciones comprometidas como tú las llamas
opino que las hemos vivido casi todas, pero por suerte siempre que me
he acostado con alguien ha sido porque me apetecía.
PAULA-
¿Te consideras una mujer sumisa como pudiera desprenderse de alguna
de tus relaciones sexuales?
PENÉLOPE-
Complaciente más bien. Me gusta “dejarme querer”, como suele
decirse, que el chico tome la iniciativa, que me seduzca y me vaya
llevando a su terreno poco a poco. Pero no me limito a obedecer lo
que me imponen. Acostumbro a incitarlos. Me encanta ese juego. Con
mis sonrisas, con alguna respuesta simpática a sus proposiciones. A
veces demostrando ciertas resistencias, otras cediendo. Y no es algo
premeditado, me sale así. Siempre con la premisa de que en un
sentido u otro la persona con la que estoy me atraiga.
PAULA-
Te formulo esta pregunta porque en casos de los que ya he escrito,
como por ejemplo el de Sebas, el amigo brutote de Marta, no parecía
que él fuese muy de tu agrado y, en cambio, cuando se lo propuso
follasteis no una sino varias veces, cómo y cuándo quiso.
PENÉLOPE-
¿Eso es lo que opinas?
PAULA-
Al menos lo opinaba hasta ahora, porque esa sonrisa pícara tuya
comienza a generarme serias dudas.
PENÉLOPE-
Es cierto que Sebas no es el tipo de hombre que me suele gustar y que
cuando lo vi me entraron ganas de salir corriendo, pero reconozco que
poco a poco me fue ganando y cuando nos acostamos en la cama ya lo
deseaba como pocas veces he deseado a nadie. No niego que de algún
modo me arrepentiría de haberlo conocido e hice todo lo posible por
olvidarlo, pero la noche que nos presentó Marta, comprende que yo
era una chiquilla inocente de dieciocho añitos recién llegada a la
facultad y él un tío de veinticinco con muy amplias experiencias en
la vida -algunas de alto riesgo como me he enterado después- y,
aunque conoces sus fechorías, me supo tratar con una delicadeza y
una pasión como todas las chicas deseamos que nos traten.
PAULA-
Hablando de Sebas y creyendo como me creo los maravillosos orgasmos
que te proporcionó aquella noche en el piso de tu amiga Marta,
siempre he albergado dudas de por qué no hiciste algo por volver a
encontrarte de nuevo con él, si tanto lo deseabas.
PENÉLOPE-
Y lo hice.
PAULA-
¿Al margen de lo que me has contado? ¿Volvisteis a veros para
follar? ¿O aquel encuentro imprevisto en la calle con él y su amigo
de malas pintas no terminó en la biblioteca como me informaste en su
día?
PENÉLOPE-
¿Te importa que pida otro té?
PAULA-
No, por supuesto que no. Pero estoy observando que se nubla tu tierna
sonrisa y te has puesto bastante seria.
PENÉLOPE-
Paula, preferiría que de momento detuviéramos la conversación en
este punto. No te importa, ¿verdad? Si te apetece, nos tomamos
nuestras consumiciones y mañana nos vemos.
La
observo al borde de las lágrimas y por nada del mundo quiero que se
creen tensiones entre nosotras. Me impuso como condición que no
trajese grabadora, pero sí permite que tome algunos apuntes en mi
bloc. No solo desea facilitarme “noticias” para mis novelas, sino
también hablarme como una amiga a quien sabe que puede confiar
secretos y contarle cosas que no se atrevería a contarles a otras
chicas. Cuando salimos se seca los húmedos párpados con un pañuelo.
PAULA-
¿Qué te sucede, preciosa? ¿He dicho alguna inconveniencia?
PENÉLOPE-
No te preocupes, soy una llorona. Y algunos recuerdos me hacen
llorar. Mañana a esta hora nos vemos aquí, ¿vale?
PAULA-
Vale -le digo y además de dos besos me apetece estrecharla entre mis
brazos.
Cuando
la veo alejarse me entra envidia de lo guapa y sexy que es y de cómo
los hombres vuelven sus torpes cabezas cuando la cruzan, para
mirarla. Puede que alguno le dirija alguna grosería o algún piropo.
Y puede que a ella le guste, porque Penélope es así. Con la envidia
siento que me invade un orgullo y una enorme satisfacción de que me
considere su amiga.
La
dulce Penélope hoy se presenta con una faldita corta y un top negro
que realza hasta límites muy provocativos su figura. Eso sí, con la
cara lavada y, en cambio, tan radiante como una novia. Imagino que
Alex, su pareja actual le habrá echado un buen polvo esta noche. Sé
por experiencia que obra milagros en el ánimo y la cara de una
chica.
Como
sigamos viniendo muchos días por aquí, el camarero de los rizos
creo que le acabará tirando los trastos porque no puede dejar de
mirarla como si se la quisiera follar.
PAULA-
¿Más calmada que ayer?
PENÉLOPE-
Hoy me encuentro mejor. Menos nerviosa.
PAULA-
Para que no se nos líen los temas, ¿qué te parece si continuamos
con ese encuentro entre tú y Sebas del que por lo visto aún no
dispongo de noticias?
PENÉLOPE-
Lo he estado rememorando esta noche mientras hacíamos el amor Alex y
yo y, aunque me sigue generando cierta inquietud, no te imaginas lo
cachonda que me puso. Si soy honesta debería agradecerle buena parte
de mi último maravilloso orgasmo.
PAULA-
No lo pongo en duda. Las fantasías son el más poderoso afrodisíaco.
Y cierto tipo de fantasías en especial. Pero perdona que haga un
inciso, oigo que siempre te refieres a las relaciones sexuales como
hacer el amor, ¿qué importancia le concedes al amor a la hora de
echar un buen polvo?
PENÉLOPE-
¿Yo?
Guardo
silencio y la miro fijamente a los ojos.
PENÉLOPE-
Lo considero indispensable.
PAULA-
Explícame eso.
PENÉLOPE-
Me gusta sentirme querida cuando me uno íntimamente a la pareja con
quien me acuesto y permitir que fluyan en mi corazón las ricas
emociones que provoca el cariño.
PAULA-
El placer sexual también provoca las suyas.
PENÉLOPE-
No son excluyentes. El amor me hace sentir poderosa y colmada de
felicidad. El placer sexual, satisfecha y un poco bruja.
PAULA-
¿En qué sentido, bruja?
PENÉLOPE-
En que mis poderes son pícaros y más limitados que los que me
proporciona el amor. Por eso me gusta que vayan juntos.
>>Si
no sientes ternura, Pau, gratitud, en definitiva, amor hacia la
persona que te está dedicando sus atenciones, sus caricias, lo mejor
que tiene, para que te sientas feliz, no entiendo cómo puedes
disfrutar plenamente de algo tan maravilloso como la sexualidad, ¿no
estás de acuerdo conmigo?
PAULA-
Entonces, a quienes dicen que diferencian entre sexo y amor en sus
relaciones, ¿qué les dices?
PENÉLOPE-
Que mienten o no necesitan pareja, pues una relación sin amor es,
como dicen los tíos, “igual que cascársela”. Y no solo lo
pienso yo. Erich Fromm sostenía, contradiciendo a Freud, que “en
lo que al concepto de sexualidad sin amor se refiere (como simple
satisfacción de la tensión sexual) la masturbación sería la
satisfacción sexual ideal”. Y obviamente no es así. O ¿no estás
de acuerdo?
PAULA-
Ya, pero sabes que Freud nos negaba a las mujeres nuestra propia
sexualidad.
PENÉLOPE-
Y a estas alturas imagino que nadie defiende que la mujer es “un
hombre castrado”. Nuestra sexualidad es específicamente femenina.
Y eso también lo sostiene Fromm.
PAULA-
En algo estamos de acuerdo.
PENÉLOPE-
Presiento que vamos a mostrarnos de acuerdo en muchas cosas.
Sonreímos.
PENÉLOPE-
Si no te ofreces decidida a dar y recibir con todos tus sentidos y
sentimientos abiertos, es preferible comprar uno de esos jueguecitos
a pilas para proporcionarse placer. Y en cuanto a los chicos, si no
aman a la chica que se les entrega y les hace gozar, o reprimen sus
sentimientos o se transforman en unos tontos insensibles. También
suscribo que “la felicidad sexual es el resultado del amor”.
PAULA-
¿Vas a decirme que nunca has follado sin estar enamorada?
PENÉLOPE-
No hablo de enamoramientos sino de sentir cariño. Y respondiendo a
tu pregunta, sí he follado sin ternura y afecto, pero muy pocas
veces. Recuerdo ahora la segunda noche con Richard en el hotel de la
que hablas en la novela. Mi mente estaba con Javi, a quien había
conocido unas horas antes, y acepté acostarme con Richard casi por
compromiso. Pero puedo decirte que es de las poquísimas veces que no
he disfrutado del sexo.
PAULA-
Quizás se trata de que no todas aplicamos el mismo significado a la
palabra amor.
PENÉLOPE-
Puede, pero creo que el amor es un sentimiento suficientemente común
para que todas sepamos distinguirlo. Lo que yo opino -y admito estar
equivocada, por supuesto- es que algunas y algunos confunden una
relación más o menos estable con el amor y conocemos también
relaciones de meses y años en que abunda de todo menos amor. En
cambio puedes ligar con un chico una noche, enamorarte, amaros y no
volver a verlo en tu vida.
PAULA-
Entiendo entonces que te refieres a que te gusta entregarte sin
reservas en cada relación.
PENÉLOPE-
Por supuesto, Paula. Para mí es la única manera de disfrutar de
algo tan maravilloso como nuestra sexualidad. Entregando no solo mi
cuerpo sino también compartiendo mis emociones. Que a veces alguna
pareja me sale rana, puede. Pero ¿sabes lo que yo pienso? Que él se
lo pierde.
El
camarero es un tío muy viril o un poco salido, porque mientras nos
sirve también mira descaradamente mi escote. Aunque no soy tan sexy
como Penélope, todo el mundo dice que no estoy nada mal y como mis
tetas son más grandes que las suyas y hoy luzco un vestido de
tirantes bastante escotado se le escapan los ojos hacia ellas.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario