sábado, 22 de noviembre de 2014




Penélope es una joven de 28 años, licenciada en Psicología, encantadora, algo tímida pero muy pasional. Una chica alta y delgada, que aunque tiene poco pecho es una auténtica preciosidad, con sus sensuales y carnosos labios, unos grandes ojos verdes que desarman y seducen cuando te miran y unas piernas largas y bonitas.

Su cuerpo, la manera en que lo mueve, su dulzura y su carita angelical atraen y han atraído a los hombres desde que era una adolescente.

ENTREVISTA
He concertado una amplia entrevista con Penélope para hablar de su vida y las experiencias sexuales que estoy utilizando para escribir mis historias sobre ella. Pero también de otros detalles íntimos que no deseaba contarme en su momento ni desea que queden escritos en un libro.
Nos citamos en una cafetería decorada en estilo vintage con zonas independientes -casi privadas- donde podemos hablar sin que nos interrumpan.
Llega cinco minutos después que yo. Tan guapa como siempre. Con sus ojos verdes resaltados con un poquito de color -aunque le guste decir que apenas se pinta-, sus carnosos labios también demasiado húmedos para no haber recibido algún tipo de cuidados y vistiendo una sencilla camiseta de manga corta, muy ajustada y que le deja al desnudo el ombligo, y unos shorts de encaje en rosa que con sus piernas largas y bonitas le quedan realmente sexys.
A través de las cristaleras puedo observar cómo la miran los hombres con que se cruza. El pelo se lo recoge en una cola que le descansa en la zona derecha del pecho. Es una mañana de mucho calor.
Nos saludamos con dos besos. Pedimos al camarero un té frío con limón para ella y un café solo para mí.
PAULA- ¿Qué tal sigue tu vida amorosa? -le pregunto para romper el hielo.
PENÉLOPE- De maravilla-. Y sonríe con su espontánea sonrisa de siempre, para ratificar la respuesta.
PAULA- He observado mientras te acercabas por la acera cómo te miran los hombres.
PENÉLOPE- A los hombres les gusta mirar.
PAULA- Sí, pero considero que a ti te miran de un modo especial. Como si quisieran desnudarte con la mirada.
PENÉLOPE- También he comprobado que miran a otras chicas así.
PAULA- De todos modos, Penélope, serás consciente de que además de que eras muy guapa y estás muy bien, despiertas un interés (diría que hasta morboso) entre los tíos que no despertamos otras. Fíjate en el camarero que nos ha tomado nota -esboza una ligera sonrisa mientras mira hacia la barra y cruza las piernas- ¿A qué lo atribuyes?
PENÉLOPE- La verdad, Paula, es que no me considero tan irresistible. Pero sí admito que ya desde chiquilla atraigo la atención de los chicos. Creo que ayuda mi aire de adolescente e ingenua.
PAULA- Que tú haces todo lo posible por resaltar.
PENÉLOPE- Cada una utilizamos nuestros recursos -se ríe-. En serio, reconozco que, aunque soy alta, como tengo poco pecho y la cara un poco infantil suelo parecer más joven de lo que soy. Me gusta vestir falditas cortas y de arriba ir bastante ajustada. Y mis gestos y mis palabras reconozco que acostumbran a ser amables -o al menos no bruscos- incluso cuando me dirigen alguna grosería. Eso puede que les transmita la impresión de que soy una chica fácil.
PAULA- Y no lo eres...
PENÉLOPE- Yo considero que no.
PAULA- ¿Nunca te has acostado con nadie que no quisieras?, ¿nunca te has visto en una situación comprometida o te han forzado a...
PENÉLOPE- Oh, no, no, Paula. Situaciones comprometidas como tú las llamas opino que las hemos vivido casi todas, pero por suerte siempre que me he acostado con alguien ha sido porque me apetecía.
PAULA- ¿Te consideras una mujer sumisa como pudiera desprenderse de alguna de tus relaciones sexuales?
PENÉLOPE- Complaciente más bien. Me gusta “dejarme querer”, como suele decirse, que el chico tome la iniciativa, que me seduzca y me vaya llevando a su terreno poco a poco. Pero no me limito a obedecer lo que me imponen. Acostumbro a incitarlos. Me encanta ese juego. Con mis sonrisas, con alguna respuesta simpática a sus proposiciones. A veces demostrando ciertas resistencias, otras cediendo. Y no es algo premeditado, me sale así. Siempre con la premisa de que en un sentido u otro la persona con la que estoy me atraiga.
PAULA- Te formulo esta pregunta porque en casos de los que ya he escrito, como por ejemplo el de Sebas, el amigo brutote de Marta, no parecía que él fuese muy de tu agrado y, en cambio, cuando se lo propuso follasteis no una sino varias veces, cómo y cuándo quiso.
PENÉLOPE- ¿Eso es lo que opinas?
PAULA- Al menos lo opinaba hasta ahora, porque esa sonrisa pícara tuya comienza a generarme serias dudas.
PENÉLOPE- Es cierto que Sebas no es el tipo de hombre que me suele gustar y que cuando lo vi me entraron ganas de salir corriendo, pero reconozco que poco a poco me fue ganando y cuando nos acostamos en la cama ya lo deseaba como pocas veces he deseado a nadie. No niego que de algún modo me arrepentiría de haberlo conocido e hice todo lo posible por olvidarlo, pero la noche que nos presentó Marta, comprende que yo era una chiquilla inocente de dieciocho añitos recién llegada a la facultad y él un tío de veinticinco con muy amplias experiencias en la vida -algunas de alto riesgo como me he enterado después- y, aunque conoces sus fechorías, me supo tratar con una delicadeza y una pasión como todas las chicas deseamos que nos traten.
PAULA- Hablando de Sebas y creyendo como me creo los maravillosos orgasmos que te proporcionó aquella noche en el piso de tu amiga Marta, siempre he albergado dudas de por qué no hiciste algo por volver a encontrarte de nuevo con él, si tanto lo deseabas.
PENÉLOPE- Y lo hice.
PAULA- ¿Al margen de lo que me has contado? ¿Volvisteis a veros para follar? ¿O aquel encuentro imprevisto en la calle con él y su amigo de malas pintas no terminó en la biblioteca como me informaste en su día?
PENÉLOPE- ¿Te importa que pida otro té?
PAULA- No, por supuesto que no. Pero estoy observando que se nubla tu tierna sonrisa y te has puesto bastante seria.
PENÉLOPE- Paula, preferiría que de momento detuviéramos la conversación en este punto. No te importa, ¿verdad? Si te apetece, nos tomamos nuestras consumiciones y mañana nos vemos.
La observo al borde de las lágrimas y por nada del mundo quiero que se creen tensiones entre nosotras. Me impuso como condición que no trajese grabadora, pero sí permite que tome algunos apuntes en mi bloc. No solo desea facilitarme “noticias” para mis novelas, sino también hablarme como una amiga a quien sabe que puede confiar secretos y contarle cosas que no se atrevería a contarles a otras chicas. Cuando salimos se seca los húmedos párpados con un pañuelo.
PAULA- ¿Qué te sucede, preciosa? ¿He dicho alguna inconveniencia?
PENÉLOPE- No te preocupes, soy una llorona. Y algunos recuerdos me hacen llorar. Mañana a esta hora nos vemos aquí, ¿vale?
PAULA- Vale -le digo y además de dos besos me apetece estrecharla entre mis brazos.
Cuando la veo alejarse me entra envidia de lo guapa y sexy que es y de cómo los hombres vuelven sus torpes cabezas cuando la cruzan, para mirarla. Puede que alguno le dirija alguna grosería o algún piropo. Y puede que a ella le guste, porque Penélope es así. Con la envidia siento que me invade un orgullo y una enorme satisfacción de que me considere su amiga.

La dulce Penélope hoy se presenta con una faldita corta y un top negro que realza hasta límites muy provocativos su figura. Eso sí, con la cara lavada y, en cambio, tan radiante como una novia. Imagino que Alex, su pareja actual le habrá echado un buen polvo esta noche. Sé por experiencia que obra milagros en el ánimo y la cara de una chica.
Como sigamos viniendo muchos días por aquí, el camarero de los rizos creo que le acabará tirando los trastos porque no puede dejar de mirarla como si se la quisiera follar.
PAULA- ¿Más calmada que ayer?
PENÉLOPE- Hoy me encuentro mejor. Menos nerviosa.
PAULA- Para que no se nos líen los temas, ¿qué te parece si continuamos con ese encuentro entre tú y Sebas del que por lo visto aún no dispongo de noticias?
PENÉLOPE- Lo he estado rememorando esta noche mientras hacíamos el amor Alex y yo y, aunque me sigue generando cierta inquietud, no te imaginas lo cachonda que me puso. Si soy honesta debería agradecerle buena parte de mi último maravilloso orgasmo.
PAULA- No lo pongo en duda. Las fantasías son el más poderoso afrodisíaco. Y cierto tipo de fantasías en especial. Pero perdona que haga un inciso, oigo que siempre te refieres a las relaciones sexuales como hacer el amor, ¿qué importancia le concedes al amor a la hora de echar un buen polvo?
PENÉLOPE- ¿Yo?
Guardo silencio y la miro fijamente a los ojos.
PENÉLOPE- Lo considero indispensable.
PAULA- Explícame eso.
PENÉLOPE- Me gusta sentirme querida cuando me uno íntimamente a la pareja con quien me acuesto y permitir que fluyan en mi corazón las ricas emociones que provoca el cariño.
PAULA- El placer sexual también provoca las suyas.
PENÉLOPE- No son excluyentes. El amor me hace sentir poderosa y colmada de felicidad. El placer sexual, satisfecha y un poco bruja.
PAULA- ¿En qué sentido, bruja?
PENÉLOPE- En que mis poderes son pícaros y más limitados que los que me proporciona el amor. Por eso me gusta que vayan juntos.
>>Si no sientes ternura, Pau, gratitud, en definitiva, amor hacia la persona que te está dedicando sus atenciones, sus caricias, lo mejor que tiene, para que te sientas feliz, no entiendo cómo puedes disfrutar plenamente de algo tan maravilloso como la sexualidad, ¿no estás de acuerdo conmigo?
PAULA- Entonces, a quienes dicen que diferencian entre sexo y amor en sus relaciones, ¿qué les dices?
PENÉLOPE- Que mienten o no necesitan pareja, pues una relación sin amor es, como dicen los tíos, “igual que cascársela”. Y no solo lo pienso yo. Erich Fromm sostenía, contradiciendo a Freud, que “en lo que al concepto de sexualidad sin amor se refiere (como simple satisfacción de la tensión sexual) la masturbación sería la satisfacción sexual ideal”. Y obviamente no es así. O ¿no estás de acuerdo?
PAULA- Ya, pero sabes que Freud nos negaba a las mujeres nuestra propia sexualidad.
PENÉLOPE- Y a estas alturas imagino que nadie defiende que la mujer es “un hombre castrado”. Nuestra sexualidad es específicamente femenina. Y eso también lo sostiene Fromm.
PAULA- En algo estamos de acuerdo.
PENÉLOPE- Presiento que vamos a mostrarnos de acuerdo en muchas cosas.
Sonreímos.
PENÉLOPE- Si no te ofreces decidida a dar y recibir con todos tus sentidos y sentimientos abiertos, es preferible comprar uno de esos jueguecitos a pilas para proporcionarse placer. Y en cuanto a los chicos, si no aman a la chica que se les entrega y les hace gozar, o reprimen sus sentimientos o se transforman en unos tontos insensibles. También suscribo que “la felicidad sexual es el resultado del amor”.
PAULA- ¿Vas a decirme que nunca has follado sin estar enamorada?
PENÉLOPE- No hablo de enamoramientos sino de sentir cariño. Y respondiendo a tu pregunta, sí he follado sin ternura y afecto, pero muy pocas veces. Recuerdo ahora la segunda noche con Richard en el hotel de la que hablas en la novela. Mi mente estaba con Javi, a quien había conocido unas horas antes, y acepté acostarme con Richard casi por compromiso. Pero puedo decirte que es de las poquísimas veces que no he disfrutado del sexo.
PAULA- Quizás se trata de que no todas aplicamos el mismo significado a la palabra amor.
PENÉLOPE- Puede, pero creo que el amor es un sentimiento suficientemente común para que todas sepamos distinguirlo. Lo que yo opino -y admito estar equivocada, por supuesto- es que algunas y algunos confunden una relación más o menos estable con el amor y conocemos también relaciones de meses y años en que abunda de todo menos amor. En cambio puedes ligar con un chico una noche, enamorarte, amaros y no volver a verlo en tu vida.
PAULA- Entiendo entonces que te refieres a que te gusta entregarte sin reservas en cada relación.
PENÉLOPE- Por supuesto, Paula. Para mí es la única manera de disfrutar de algo tan maravilloso como nuestra sexualidad. Entregando no solo mi cuerpo sino también compartiendo mis emociones. Que a veces alguna pareja me sale rana, puede. Pero ¿sabes lo que yo pienso? Que él se lo pierde.
El camarero es un tío muy viril o un poco salido, porque mientras nos sirve también mira descaradamente mi escote. Aunque no soy tan sexy como Penélope, todo el mundo dice que no estoy nada mal y como mis tetas son más grandes que las suyas y hoy luzco un vestido de tirantes bastante escotado se le escapan los ojos hacia ellas.
...

No hay comentarios:

Publicar un comentario