viernes, 19 de diciembre de 2014

ENTREVISTA XIX
PAULA- A veces somos unas ingenuas, Pe.

PENÉLOPE- El primer día que nos encontramos pasadas las fiestas le puse mala cara y empezó con sus monerías intentando camelarme. Cuando le dije abiertamente que me había enfadado verlo bailar con Palmira y que no se hubiera dignado a concederme un solo baile, el muy sinvergüenza, exclamó:
“¿Qué querías, que nos viera todo el pueblo y le fuesen con cotilleos a la abuela? Palmira y yo solo somos buenos amigos”.
“Pues no bailabais como si fuerais amigos”.
“Es mi estilo de bailar. Y a propósito, ¿cómo se te ocurrió a ti bailar con Santi”.
“Porque me lo pidió”.
“Vamos, primita, bailabas como si te lo estuvieras follando mientras bailabais”.
“Si hubieras bailado tú conmigo no hubiera bailado con él”.
“¿Sabes que ese hijoputa ha estado en la cárcel?, guapa”.
“Algo había oído”.
“Y ¿sabes por qué lo encerraron?”
“Ni idea”.
“Por intento de violación a una chica que pasaba las vacaciones en el pueblo”.
“¿A quién?”.
“Es mejor que no te lo diga”.
>>Ignoraba si me estaría contando la verdad o asustándome para que no volviera a acercarme a Santi, pero lo cierto es que me entraron temblores imaginando lo que ese sinvergüenza podía haber hecho conmigo. De hecho, el miedo no me desapareció en mucho tiempo y procuraba evitarlo y si nos encontrábamos por la calle ni le miraba a la cara, aunque él sonreía al saludarme y me piropeaba diciendo lo guapa que soy y otros piropos más subidos de tono, aunque nunca hizo nada que pudiera molestarme realmente.
>>Rafa, en cambio, no pareció concederla importancia a lo que acababa de decirme.
“Pe, además no se puede hacer el ridículo en el baile”, comentó con absoluta picardía. “Para que bailes en público conmigo tengo que enseñarte a bailar. Luego bailaremos todo lo que quieras”
“¿Lo dices en serio?”
“¿Por qué no te pasas mañana a las once por casa? Montse tiene clases de recuperación de matemáticas y te enseño cómo se baila”.
“Mamá no regresa hasta el jueves (nos encontrábamos a martes) y no creo que le entusiasme saber que voy a verme contigo”.
“¿No le gusto a la tía Mari?”
>>Como acostumbraba a hablarme con la picardía de sus segundas intenciones, le respondí:
“No se trata de eso, bobo”.
“Pues tienes que decirle que yo la sigo queriendo mucho. Siempre ha sido mi tía favorita”.
“Creo que no te conviene que se lo diga en estos momentos. Y a mí tampoco”.
“Bueno, pues quedamos el jueves”
“Vale”, le dije.
“¿Se te ha pasado el enfado?”
“Un poco”.
>>Me besó y nos despedimos remarcándome la hora de cita para el día siguiente.
“Para el jueves”, le aclaré.
>>Las clases de Montse podían venirnos muy bien. Su padre trabajaba muchas horas en verano y su madre se pasa casi otras tantas en la peluquería.

PAULA- ¿Tanto le gusta peinarse?
PENÉLOPE- No seas pánfila, Paula, es la peluquera del pueblo. Bueno, a lo que íbamos, o ¿prefieres que te hable de la tía Araceli? Te aseguro que es la que menos interés literario despertaría entre tus lectoras de las tres.
PAULA- Puedes hablar de lo que quieras, pero sinceramente hemos quedado para que me hables sobre todo de las apasionantes peripecias de la encantadora Penélope.
PENÉLOPE- ¿Esa soy yo?
...


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