ENTREVISTA
XVII
Procuro
disimular, pero intuyo que se ha percatado de que el maravilloso
polvo con su primo y la bonita manera que tiene Pe de contarlo me
excitan. Le comento:
PAULA-
No irás a decirme ahora que no os moríais de ganas por repetir.
PENÉLOPE-
Imagina, guapa, tú que eres una chica con tanta imaginación.
PAULA-
Yo le hubiera suplicado repetirlo al día siguiente. Y si exagero un
poco esa misma noche.
PENÉLOPE-
Vaya con Paula, no sabía que además de imaginativa fueras tan
viciosa.
PAULA-
No soy viciosa, solo me gusta el sexo casi tanto como a ti.
PENÉLOPE-
Pues en unos días el muy canalla no apareció. Yo me comía el coco
con las preguntas más absurdas. “¿No se lo habrá pasado conmigo
como con otras?”. “¿Será que no le gusto y solo deseaba ampliar
su número de conquistas?”. “¿Tendrá novia?”. Y varias por el
estilo que incluso me retrasaban el sueño por las noches. También
evalué que se tratara de una cochina estrategia para obligarme a
desearlo como lo estaba deseando.
PAULA-
O puede que quisiera tomar precauciones para que la gente del pueblo,
incluyendo a tu abuela, no sospecharan que estabais liados.
PENÉLOPE-
No conoces a Rafa. Al cuarto o quinto día se presentó con la
naturalidad de costumbre. Yo no pude disimular mi enfado cuando lo
vi, pero el muy asqueroso no se cortó un pelo y delante de la abu,
comentó, “vaya, la niña (pronunció la palabra niña con
retintín) parece que no ha pasado buena noche, tiene mala cara.
Aunque parece que se le ha abierto el apetito. Come el plátano con
verdadera gula”. Me puse colorada. Y más cuando dijo la abuela,
“prácticamente es lo único que come bien”.
PAULA-
¿Te gustan los plátanos?
PENÉLOPE-
Me encantan los plátanos.
PAULA-
¿Y te gusta comerlos despacio deleitándote con su sabor?
PENÉLOPE-
¿A qué viene ese morboso interés?
PAULA-
¿Has visto Lolita?
PENÉLOPE-
Esa misma pregunta me la formuló Richard hace unos años. Y te
ofrezco la misma respuesta. He leído el libro y me gustó, pero ya
que insistís y alguien ha tenido la ocurrencia de compararnos,
prometo verla pronto.
PAULA-
Te lo comentaba únicamente para que compruebes cómo los come la
niña y lo cachondo que pone a Humbert Humbert. Imagino que como tú
pones a tu primo.
PENÉLOPE-
La abuela le comentó:
“A
propósito, Rafa, ahora que estás tú voy a aprovechar par ir a la
botica por unas medicinas y a hacer la compra para la fiesta (para la
que faltaban solo unos días y para la que llegarían entre otros mis
padres) y así acompañas a tu prima”.
“Abuela”,
salté yo con voz de enfadada, “que no soy una cría, puedo
quedarme sola perfectamente”.
“Ya
lo sé, cariño, pero estarás mejor con tu primo”.
>>Él
sonrió. Yo me encontraba sentada a la mesa, aún con el pijama de
pantaloncito corto y tirantes
que
utilizaba en verano, terminando el desayuno. En cuanto salió la
abuela le pregunté con la misma cara de pocos amigos:
“¿Por
qué no has venido antes?”
>>No
dijo ni palabra. Me tomó de una muñeca y me obligó a incorporarme
de la silla. Ahora era él quien impedía que terminara el plátano,
y la leche, por supuesto, ni probarla.
>>Cuando
me tuvo en pie me cargó en sus fuertes brazos y aunque yo aún le
dije, “pero ¿qué haces?, no quiero estar contigo mientras no me
digas por qué no has pasado a verme desde el día de la excursión”,
avanzó por el pasillo como si llevara una pluma y cuando entramos en
mi dormitorio, ignorando mis recriminaciones y excusas, lanzó
materialmente mi flaquito cuerpo sobre la cama.
>>Yo
lo miraba con el deseo acumulado de varios días y él parecía tan
excitado como yo. Se quitó pantalones y camisa en un segundo y sin
ningún tipo de preliminares separó con una mano la entrepierna del
pantalón corto de mi pijama y me penetró. Lo deseaba tanto y a la
vez sentía tanta rabia hacia él que lo arañé en el culo y la
espalda mientras entraba y salía diciéndome el muy sinvergüenza,
“aráñame todo lo que quieras, no me haces daño”, aunque a cada
arañazo mío golpeaba más fuerte. Cuando vio que me entregaba sin
ninguna resistencia me preguntó algo que él aún no me había
preguntado ni suele preguntar:
“¿Me
quieres?”
>>Me
emocioné al oírlo.
“Te
quiero muchísimo Rafi. Aunque no te le mereces”.
“¿Por
qué?”.
“Por
malo”.
>>Y
las deliciosas sensaciones de la mañana en el río volvieron a
regocijarme.
>>Oh,
dios, estuvimos follando hasta que oímos a la abu girando la llave
en la cerradura de la puerta que imagino que había cerrado el
propio Rafa.
PAULA-
Por lo que veo se presentaba un verano entretenido y apasionado para
la encantadora Penélope.
PENÉLOPE-
No creas que todo lo encantador que a mí me hubiera gustado. Hubo
sus tensiones. Sus más y sus menos.
PAULA-
Las tensiones también influyen como un poderoso afrodisíaco en
nuestra libido.
PENÉLOPE-
En aquella época -prácticamente como hoy- yo lo único que quería
era que me quisieran. Siempre y a mí sola.
PAULA-
Efectos secundarios derivados de tu condición de hija única...
PENÉLOPE-
Creo que aun entre siete hermanas hubiera seguido luchando con uñas
y dientes por la exclusividad. Incluso después de haber estudiado
ciertas teorías en mi carrera que debieran desanimarme.
...
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