ENTREVISTA
XXII
PENÉLOPE-
Nos hicimos cargo de Sonia, una chica de Madrid que veranea en el
pueblo -muy guapa, ya te contaré-. En menos de veinte minutos ya la
despedíamos a la puerta de su casa. No se me olvida que iban a dar
las seis cuando entramos en la de los tíos, despacio con intención
de no despertarlos.
>>Cuando
pisamos el pasillo, comenzó a palpitarme el corazón como si
quisiera salirse del pecho. Nos miramos. Entonces Rafa me rodeó con
sus brazos, me besó y viví ese beso como la despedida de una noche
en que me lo había pasado muy bien aunque me daba un poquito de
rabia despedirnos. Debí de mirarlo con mis ojos de mimosa porque me
pellizcó un moflete, apoyó mi cara en su hombro y me la recorrió
con caricias tiernas y suaves. Se me humedecían los párpados (de
felicidad). Me los secó con las yemas de sus dedos y luego me tomó
de la mano y reiniciamos la marcha. Yo convencida de que me llevaba
al dormitorio de Montse.
PAULA-
Conociendo a tu primo no eras muy optimista en tus pronósticos.
PENÉLOPE-
Imagino que entonces no lo conocía tan bien. Y con sus padres en
casa no podía imaginarme otra cosa. Cuando pasamos ante la puerta
de la habitación de la prima le dije, “Rafi”, y él colocó uno
de sus dedos sobre mis labios. Le sonreí. Entramos a la suya y
comenzó a desnudarme como si llevara meses sin verme. Yo reconozco
que también estaba excitadísima. Y tampoco es que vistiera mucha
ropa que quitarme: camiseta, pantalones vaqueros y playeras que
descalcé yo misma mientras me subía la camiseta.
>>No
quiso ni que entrásemos a la cama. Me ayudó a colocar las manos
sobre los brazos de la butaca que utilizaba para dejar la ropa, me
separó las piernas y me penetró.
PAULA-
¿Por detrás?
PENÉLOPE-
Desde atrás, que no es lo mismo. Ya habíamos vivido suficientes
preliminares a lo largo de la noche y lo que necesitábamos los dos
era unirnos y liberar el ansia y el deseo que nos consumían. Aunque
cuando terminamos me explicó que su padre acostumbra a levantarse
temprano, incluso los domingos, y que era mejor que me fuera a la
cama de Montse para evitar problemas.
PAULA-
Bueno, pero ¿qué tal ese polvo tan apresurado?
PENÉLOPE-
Oh, estupendo.
PAULA-
O sea que aunque, como me has contado en más de una ocasión, te
gusta que los tíos te dediquen su tiempo antes de penetrarte, veo
que tampoco haces asco a que te follen en un minuto.
PENÉLOPE-
Hay momentos que lo exigen y es lo que apetece, ¿o a ti no? Y por
cierto, no duró un minuto, ni dos, que mi primo merece todas las
críticas del mundo pero follando -como tú dices- es un auténtico
cielo.
PAULA-
Vaya, que mereció la pena como broche de fiesta.
PENÉLOPE-
Ni lo dudes. Rafa me gustaba muchísimo y sabía hacérmelo tan bien
que me volvía materialmente loca. Aquella noche me había excitado
tantas veces que, teniendo en cuenta el viaje de regreso sin poder ni
tocarle por la compañía de Sonia, lo único que quería era
sentirlo dentro de mí. Además era mi estreno en la posición de
“perrita” y aunque pensé que al no verle la cara no iba a
gustarme, colocó una de sus manos bajo mi vientre y con la otra
acariciaba los pezones de mis incipientes pechitos que se pusieron
muy duros, y luego el clítoris (nunca me lo había acariciado nadie y
no había podido imaginar que escondiera sensaciones tan ricas) y
mientras entraba y salía de mi ardoroso cuerpo con embestidas que me
llenaban de gozo, me invadió una sensación de plenitud que en
segundos me condujo a un clímax que si alguien me cuenta no lo creo.
PAULA-
Oh, Pe, habías dicho que nada de minuto y ahora hablas de
segundos...
PENÉLOPE-
Me refiero a mí. Él tardó bastante más. Me golpeaba con sus
penetraciones en el pompis que sonaba como si me azotara con el más
delicioso de los látigos. Y yo lo recibía orgullosa, deseando que
siguiera golpeando y percibiendo que algo que me producía un intenso
placer se derretía en lo más profundo de mis entrañas.
PAULA-
Lo cuentas muy bien.
PENÉLOPE-
No imaginaba que pudiera una sentirse tan dichosa con un chico.
Cuando respiraba como si fuera a ahogarme me acarició con la mano
que apoyaba en mi vientre, golpeó fuerte quedando pegado a mis
nalgas con su poderoso miembro palpitando también contra las húmedas paredes de mi vagina y todos mis fibras sensibles se contrajeron para estremecerme
de gusto. Me sentí inundada por dentro y eso que Rafa se había puesto el condón. Pero entonces no sabía que era una chica fuente (oh, Paula, mira que me han echado polvos divinos, pero ninguno lo recuerdo con la delicia de aquel primero después de haber perdido mi virginidad). Y para que te chinches, también fue mi estreno en lo que
se refiere a dos orgasmos seguidos. El último, agarrado a mis caderas. Yo gemía entre dientes, “ay, ay, ay”. Aún más estremecida. El corazón me palpitaba en la boca del
estómago. Me hubiera gustado ponerme a saltar de puro contenta.
PAULA-
En la posición que te encontrabas lo veo difícil.
PENÉLOPE-
Saltaba por dentro que es mucho mejor.
PAULA-
Según lo describes le entra a una mucha envidia.
PENÉLOPE-
Solo le pondría un pero.
PAULA-
Siempre ambicionando más y más.
PENÉLOPE-
Debía mantenerme apoyada en los brazos de la butaca para recibirlo y
no podía abandonarme completamente como me gusta cuando alcanzo el
clímax.
PAULA-
No, si yo me alegro mucho de que hayas disfrutado, y de que
disfrutes.
PENÉLOPE-
¿Te alegras?
PAULA-
Te gusta hacerte la payasa de vez en cuando, ¿verdad?
Sonríe
con la más pícara de sus sonrisas.
PENÉLOPE-
Reconozco que me decepcionó separarnos tan pronto, pero lo entendía.
Y no haber podido gritar sin precauciones, aunque mis gemidos le
gustaron.
“Eres
divina, Penélope”.
“¿Tú
crees?”.
“Sólo
lo hemos hecho dos veces y parece que llevaras años de prácticas.
Me gusta cómo te entregas con tus dulces gestos de mimosa. Te
estaría follando hasta que me quedara completamente seco”.
>>Le
sonreí.
“¿Con
ninguna has disfrutado como conmigo?”, me atreví a preguntarle.
“Con
ninguna. Tienes instinto de folladora, Pe. Volverás locos a los
tíos”.
>>Lo
pellizqué.
“Solo
pienso hacerlo contigo, Rafi”.
“Aunque,
claro, también ayuda lo guapísima que eres y lo buena que estás”.
>>Ya
nos encontrábamos uno frente al otro. Mirándonos como tiernos
enamorados aunque él sonreía con gesto pícaro. Me tomó de los
hombros y cuando nuestros cuerpos volvieron a encontrarse, ahora de
frente, recogió mi pelo sobre la nuca y nos besamos en un último y
prolongado abrazo en el que sus caricias en mi piel desnuda me
emocionaban. Me sentía como flotando en una nube. Halagada de
gustarle tanto a un chico mayor y tan sexi como Rafa.
“Ahora
tienes que irte, preciosa”.
>>Obedeciéndolo,
me vestí camiseta y braguitas y salí al pasillo. No pienses, muerta
de miedo. Mientras abría la puerta del dormitorio de Montse me
temblaban las piernas y la mano con que accioné la manilla. Temiendo
que me vieran los tíos, aunque Rafa me había aconsejado que me
mostrase natural, como si hubiera tenido que levantarme al baño.
“Sí,
natural”, le dije, “como tú te quedas. Serás fresco”.
“¿Prefieres
que vaya yo a acostarme con mi hermana?”
“Mira
que eres sinvergüenza, ¿serías capaz?”, le dije, sonreímos y
como respuesta me palmeó el culo mientras salía. “Oye, y a
Montse, si se despierta ¿qué le digo?”
“De
Montse no te preocupes”.
>>Entré
en la cama con el máximo cuidado, procurando no despertar a mi prima
que o dormía o simulaba dormir, porque fue colocarme de espaldas a
ella, cuando la oigo girarse, me abraza por la cintura y, acercando
su boca a mi oído, me pregunta:
“¿Qué
tal?”
“Muy
bien”, le respondo en su mismo tono discreto y pensando que se
refiere a la fiesta.
“Os
he estado oyendo mientras lo hacíais”.
>>Sentí
como si me clavara un cuchillo en el vientre que rozaba su mano. Me
quedé paralizada. Y debí ponerme tan roja que agradecía que fuera
de noche y nos encontráramos a oscuras.
“No
te preocupes. Rafa ya me ha explicado lo vuestro”.
>>Oírle
esa tonta explicación de la que en realidad ignoraba su verdadero
significado, en cambio, me tranquilizó. Y entonces al menos pude
decirle:
“Montse,
es muy tarde y tengo sueño”
>>Ella
me dio un beso de amigas en la espalda y se giró. Antes de dormirme
imaginé lo que sería vernos cara a cara a la mañana siguiente.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario