jueves, 15 de enero de 2015

Sexi entrevista


ENTREVISTA XXXI
PAULA- ¿No te sorprendieron nunca las complicidades y el silencio de Montse?
PENÉLOPE- ¿Qué insinúas?
PAULA- Yo solo formulo preguntas.
PENÉLOPE- Por supuesto que dudaba de las tretas del granuja de Rafa -como lo llamaba la abuela- para convencer a su hermana. En un principio lo atribuí a esa habilidad suya para camelarnos a las mujeres, desde la propia abuela, a su madre, a Montse o a mí -y a todas las demás, por supuesto-. Pero es que entonces yo lo quería mucho y también lo consideraba solo granuja. Cuando comencé a considerarlo un verdadero cabrón no te niego que llegué a plantearme que hubiera entre ellos algo más que cariño de hermanos.
PAULA- ¿Observaste algún comportamiento o situación que te animaran a pensarlo?
PENÉLOPE- Si soy sincera tengo que decirte que no. A Rafa le seguía gustando tomarle el pelo. A veces la insultaba pero con menos mala uva.
PAULA- Lo que puede considerarse lógico si tenemos en cuenta el favor que os estaba prestando.
PENÉLOPE- Recuerdo que incluso una vez que la llamó gorda (uno de sus insultos favoritos) y ella se enfadó, en lugar de hacerle una invitación fea de esas de “vete a tomar por...”, que dicen los chicos, la tomó entre sus brazos e intentó calmarla.
“Que no estás gorda, hermanita. No tienes el tipo fino de Pe, pero estás muy buena y a los tíos les suelen gustar estos culos grandes”, le dijo sonriendo y mientras se lo palmeaba en tono de broma.
>>Montse no se molestó. En el fondo adoraba a su hermano, pero siendo honesta, aunque en tiempos albergara mis dudas y lo cabronazo que lo considero con las mujeres, no creo que él se atreviera a acostarse con su hermana. Y tampoco Montse es una quedona ni de las que buscan a los chicos. Siempre nos han tenido a las dos por las formales en la familia.
PAULA- Vaya, pues esa comparación no creo que le ayude mucho en el análisis del asunto del que hablamos.
PENÉLOPE- No seas pánfila, Paula, Montse nunca ha sido mucho de novios ni rolletes. De hecho a día de hoy sigue sin pareja y ya te digo que salvo aquella ocasión nunca observé entre ellos comportamientos que me indujeran a sospechar. Existirían otros motivos. O simplemente Montse nos quería y le hacía ilusión ayudarnos y que fuéramos novios. También conseguía acercarse más a su adorada prima, a la que siempre ha querido como a una hermana. En el pueblo se acaba enterando una de todo y si hubiera habido algo raro, antes o después, me hubiese enterado. Mira, con Miqui ya es otra historia.
PAULA- ¿La prima pequeña?
PENÉLOPE- Sí, la de la tía Micaela.
PAULA- ¿Te consta que se acostaran?
PENÉLOPE- Aquel verano no, pero en los siguientes en varias ocasiones los encontré tonteando, gastándose bromas y enredándose en juegos que a veces solo sirven para meterse mano. Miqui sí era quedona. Y atrevida. Descarada, decía mi madre. Como te dije, no levantaba medio metro, pero con sus curvas, su descaro, subida a plataformas en las que se necesita de un buen equilibrio para caminar, pintadísima de ojos y labios y la manera en que vestía, generalmente tops que apenas le cubrían los pechos, remarcándoselos bien, o bodys muy escotados y pantaloncitos tan cortos que no solo dibujaban su culo sino que la mayoría de las veces iba enseñando la nalgas, era casi un escándalo y provocaba mucho a los tíos del pueblo.
PAULA- Hoy en día en los pueblos ya se viste y se vive con la misma libertad que en las ciudades.
PENÉLOPE- No te creas, sigue habiendo mucho control social y les encanta el cotilleo. De hecho, en lo que se refiere a Rafa y a mí, como después de la última fiesta nos veían mucho tiempo juntos comenzaron a llegarme rumores así a las claras, de que me estaba follando. No podían entender que nos quisiéramos.
PAULA- Estabais follando, Pe.
PENÉLOPE- Pero también nos queríamos. Al menos yo lo quería. Y tampoco soy injusta. Hay chicos majos, pero mucho salido, e incluso mayores que en cuanto te ven un poquito ligerita de ropa se piensan que eres una puta con la que se pueden acostar cuando quieran.
PAULA- Oh, hija, creo que exageras.
PENÉLOPE- No exagero. Aunque Miqui no es de las que se cortan. Con piropos más inocentes yo me ponía colorada pero en cambio a ella la he visto revolverse a los tíos que se los decían, algunos diez o veinte años mayores que ella, e increparlos o simplemente llamarles cerdos o hijos de puta. Es muy mal hablada.
PAULA- Me gustan las chicas que saben defenderse.
PENÉLOPE- Vaya si sabía, pero hay otras maneras. Y en cuanto a sus tonteos con Rafa, en más de una ocasión los encontré toqueteándose y riendo. Viniendo de él sí que le gustaban los piropos y a lo menos que se atrevía era a retarlo cuando él le decía alguna cochinada. A veces pensaba, “bromas de primos que se llevan bien, que a mí me resultarían atrevidas en público”. Pero otras veces consideré seriamente que se la estaba follando, aunque puede que lo atribuyera a los celos. Para entonces ella ya había cumplido los dieciséis y aunque por la estatura y la cara de cría seguía pareciendo que tuviese trece, encandilaba a los tíos tanto y más que yo.
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