miércoles, 7 de enero de 2015

Sexientrevista a Pe.

ENTREVISTA XXV

Hoy se presenta monísima. Como siempre, aunque con más intención, con un vestido corto de Desigual, sin mangas y con originales estampados geométricos sobre fondo rojo, el pelo suelto luciendo su linda melena, gafas verdes Ray-Ban estilo aviador y sandalias con cuña de esparto que, contradiciendo su preferencia por el calzado plano, la elevan varios centímetros. Intuyo que presiente que recibiremos “visita”. La beso y la invito a sentarse a “nuestra mesa”.
El camarero de los rizos no tarda ni cinco minutos en atendernos. Es él quien se encarga de los elogios a la Pe irresistible de esta soleada mañana de junio. Yo procuro ejercer de cumplidora profesional.
PAULA- ¿Se vieron correspondidas las invitaciones de Rafa y Montse para lo que restaba de verano?
PENÉLOPE- Nos encontrábamos ya a mediados de agosto. Ay, Paula, se me había ido el tiempo en un suspiro. Me moría de ganas por volver a dormir con mi prima, pero me daba mucha vergüenza. Así que cuando pasaron tres días, el propio Rafa se acercó a casa de la abuela y, sin preguntarme, le comentó, “abuela, Penélope hoy va a quedarse a pasar la noche con Montse. No te importa, ¿verdad?”. Me puse roja como un tomate.
“¿Te apetece, pequeña?”
“Oh sí, abuela, me apetece mucho”, acerté a responderle, azorada y con una voz de tonta que ni imaginas.
>>El granuja de Rafa sonreía.
PAULA- O sea, que la bonita historia de amor con tu primo prosiguió hasta el final del verano.
PENÉLOPE- Al menos dos noches cada semana iba a dormir a casa de los tíos. No creas que eran muchas, porque faltaba menos de un mes para que llegase mamá a recogerme. Aunque la última semana pasamos juntos varias noches seguidas. Eso sí, venciendo algún reparo de la abuela que algunas mañanas aseguraba verme unas ojeras como si no hubiese pegado ojo en toda la noche.
“No sé yo tu primita y tú que líos os traéis entre manos. Os pasareis hablando de chicos y os darán las tantas sin acostaros. Ya le diré a la tía Araceli que no os permita trasnochar”.
>>Yo guardaba un prudente silencio.
PAULA- Por lo que veo ya eras tan lista como ahora. Y también tan codiciosa e insaciable.
Se ríe.
PENÉLOPE- Oh, creo que más. No sabes lo feliz que me sentía al levantarme cada mañana.
PAULA- Puedo imaginarlo.
PENÉLOPE- Aunque también pasaba mis nervios, no creas. Sobre todo por la noche. Los tíos suelen acostarse temprano porque madrugan. Y si ellos se acostaban antes que nosotras no había ningún problema porque Rafa me llevaba a su dormitorio, me desvestía (le gustaba mucho desvestirme) y cuando ya lo habíamos hecho y nos entraba el sueño después de besarnos, abrazarnos y llenarme de gozo con las más tiernas caricias, me indicaba que me fuese a la cama de Montse. Por cierto, a la muy cotilla siempre la encontraba despierta para preguntarme no solo qué tal me había ido sino para sonsacarme detalles de lo que me hacía su hermano y de lo que sentía yo.
PAULA- ¿Se lo contabas?
PENÉLOPE- Procuraba mentirle un poco para que no se muriese de envidia.
PAULA- Qué generosa.
PENÉLOPE- Lo soy. Lo malo, como iba a decirte, eran aquellas noches que sus padres se retrasaban en acostarse y nos decían a Montse y a mí, “vamos, chiquillas, ya es hora de que os vayáis a la cama”. Obedecíamos, claro, y yo me consumía de nervios esperando que llegase Rafa y con miedo a dormirme si tardaba más de la cuenta.
PAULA- ¿Hubieras podido dormirte en esa situación?
PENÉLOPE- No, pero me daba miedo que se me cerraran los ojos en contra de mi voluntad. Sobre todo cuando llegaba a retrasarse hasta una hora. Creo que a propósito para chincharme. Abría la puerta con sumo sigilo, se acercaba a mí. Montse puede que ya durmiera. Me tomaba del brazo y me ayudaba a levantarme. En previsión de sorpresas en el pasillo y siguiendo sus instrucciones, él se adelantaba mientras yo me vestía mi camiseta y salía a pocos segundos que él. Eso sí, con las piernas temblando, sin apenas posar los pies en el suelo ni apartar la mirada de la puerta del dormitorio de los tíos.
>>Curiosamente esas noches eran las que llegaba a la cama de Rafa más ansiosa porque me abrazase y me hiciera el amor, como si la tensión de la espera también me excitase.
PAULA- Tu primo, por lo que veo, además de un figura follando es muy hábil planificando encuentros íntimos. Y contabais con la suerte de que no se os presentaran “sorpresas” como tú las llamas.
PENÉLOPE- Se presentaron.
PAULA- No me digas.

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