sábado, 17 de enero de 2015

Sexy entrevista


ENTREVISTA XXXIII
...PAULA- O sea, que te quedaste sin tus ansiadas vacaciones de invierno.
PENÉLOPE- Yo no lo cerré. Tan pesada me puse, que el último día del año me permitieron que viajara para quedarme hasta Reyes.
PAULA- La Nochevieja es una noche ideal para pasarla con tu novio.
PENÉLOPE- Lo es. A la abuela le sorprendió mi llegada y se puso muy contenta. A Rafa no lo vi hasta la cena. Como nos reuníamos la familia (sus padres, Montse, los tíos Micaela y Luis, Miqui y los mellizos) para cenar en casa de abu, programó que después de las uvas nosotros iríamos a celebrarla al pueblo de la fiesta donde tan bien lo habíamos pasado en el verano.
“Y Montse y Miqui ¿no se empeñarán en que las llevemos?”, le pregunté.
“Estorban”.
“No seas malo”.
“Hemos organizado en la nave de un almacén vacío a las afueras del pueblo una buena juerga para esta noche. Seguro que les apetece quedarse. Y si no les gusta tendrán que acatar mis órdenes”.
“Si dices, “habéis organizado”, es que también cuentan contigo”.
“No te preocupes, sabrán divertirse sin mí”.
>>Durante la cena Rafa se sentó a mi lado. Yo estaba muy contenta. Me moría de ganas por reencontrarnos y que me volviera a besar y a hacerme el amor. Mientras hablaba con el resto de comensales apoyaba su pantorrilla en la mía o su pie descalzo sobre el empeine del mío para acariciarme y eso me gustaba. Pero cuando escondió su mano bajo la mesa y la colocó sobre uno de mis muslos, di un respingo y se me encogió el estomago. Recuerdo que le comentaba algo a la tía Micaela, sentada frente a él, y yo me puse colorada, porque su mano ascendió por la cara interna de mi muslo hasta colocármela sobre el sexo. Me moría de vergüenza y acerqué cuanto pude mi cuerpo al plato en que comía para que no nos descubriesen. Él no paraba de reírse o sonreír mientras me excitaba con su mano, pero mirando a la tía como si le hiciese gracia lo que ella le contaba.
>>Aquella noche cené muy poco.
PAULA- Los nervios ¿O la excitación?
PENÉLOPE- Estaba todo riquísimo, pero se me había puesto el típico nudo en el estómago y temía que mi abuela fuera a amenazarme con algún castigo por no comer. Pero por suerte en aquella cena contaba con otros nietos de los que ocuparse, sobre todo Noé y Rober, que aún no habían cumplido nueve años y eran muy graciosos.
>>Para colmo, el granuja de Rafa no se cansaba de coquetear. Incluso acercó su boca a mi oído.
“Pensé que ya no ibas a venir estas vacaciones”, me susurró. “Y si no vienes hoy, estallo. No sabes cuánto te deseo”.
>>Había intentado separarme las piernas mientras me decía eso. La tía, que no dejaba de mirarnos, le increpó:
“¿Qué cuchicheáis? En la mesa no se habla al oído, Rafa, es de muy mala educación”.
>>Yo me puse más roja aún. Creo que ella se daba cuenta del coqueteo que nos traíamos y sonrió para decirme en un tono que consideré irónico:
“Estás guapísima, Pe. No me extraña que tu primo quiera piropearte”.
>>Por las ganas me hubiera escondido debajo de la mesa. Y más cuando ante su comentario todos fijaron sus ojos en mí y el tío Venancio dijo:
“Penélope siempre ha sido muy guapa”.
>> También me daba un poco de corte que finalizada la cena nos vieran salir solos a nosotros dos. Pero el listo de Rafa planeó que saliéramos cuando las primas, como si fuésemos a pasar la noche juntos los cuatro.
PAULA- ¿Y cómo resolvisteis el problema con ellas?
PENÉLOPE- De hecho consideraba que debían estarle agradecido porque sus padres dijeron que como iban con el primo las dejaban quedarse hasta que regresara él. A ambas nos interesaban las complicidades ajenas.
PAULA- Y tu primo, por lo que veo, era un estratega muy hábil.
PENÉLOPE- Rafa les dijo que me iba a llevar a conocer una discoteca nueva que habían abierto (lo de la discoteca era verdad) y que podrían divertirse más en su pueblo, donde conocían gente.
“Pero pasáis a recogernos antes de ir a casa”, dijo Montse, que siempre era la más precavida y miedosa.
“Vale, y disfrutad, que con lo guapas que os habéis puesto os rifarán los tíos. Es la primera Nochevieja que os dejan salir y ya sabéis gracias a quién. Me debéis una”.
>>Yo sonreía por lo bajo oyendo lo camelador que es el primo y para que no se mosquearan. Nos despedimos con besos y deseándoles feliz año nuevo a Montse -discreta con un vestido de volantes por la rodilla y un chaquetón marino- y a Miqui -ella sí verdaderamente espectacular aquella noche a sus recién cumplidos quince años, vistiendo bajo la trenka una falda diminuta y una blusa transparente ajustada a los pechos y de la que nada más salir de casa se soltó los dos botones superiores formando un pronunciado escote que le desnudaba los hombros, subida a sus típicas plataformas, peinada de peluquería y con una raya negra en los ojos que le confería un gracioso aire de pícara. A los labios les pasó una barra de carmín muy vivo en cuanto salimos a la calle como si no se hubiese atrevido en casa, cuando ya sin pintarlos parecía una traviesa pin-up-...
CONTINUARÁ...




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