ENTREVISTA
X
PAULA-
Vaya, vaya, vaya reencuentro con tu primo. Me lo estoy imaginando y
me parece realmente apasionante.
PENÉLOPE-
¿Lo envidias?
PAULA-
Claro que te envidio.

“Ay
chiquilla, que cariñosa estás. Me gusta verte tan feliz. ¿Te lo
has pasado bien con tu prima Montse”.
“Muy
bien abuela”, le dije, y nos sentamos a comer, aunque se me había
formado tal nudo en el estómago que apenas pude tragar bocado.
“Come
hija”, me decía la abuela. “Con lo poco que comes no me extraña
que estés tan delgada y además con el estirón que has dado estos
últimos meses, necesitas comer mucho, ya eres tan alta como mamá”.
“Le
saco dos dedos, abu, nos medimos un día antes de venir”. Me
encantaba que mi abuela también me viese una chica mayor.
“Pues
cuanto más, diablillo. Anda, come. Si no te gusta el arroz te
preparo otra cosa”.
PAULA-
¿No te gusta el arroz?
PENÉLOPE-
Me encanta el arroz.
PAULA-
¿Por qué reprimes tanto esta historia, Pe? Me parece realmente
bonita. En cuanto a tu primo, si no fuera un poco granuja, como lo
llamaba tu abuela, tampoco hubiese llegado ni a decirte “bonitos
ojos” y hoy no podrías presumir de una experiencia que ya
quisiéramos muchas.
PENÉLOPE-
Rafa no solo era granuja.
PAULA-
¿Acaso lo consideras un cabronazo?
PENÉLOPE-
Me conformo con definirlo como gamberro. Y si quieres, un embaucador.
Se metía en peleas con otros chicos pero incluso los que recibían
las mayores palizas lo admiraban y hoy son amigos suyos. En cuanto a
las chicas, le gustaban en exceso (creo que le siguen gustando),
jovencitas y bastante mayores que él.
PAULA-
Como a quien yo me sé.
PENÉLOPE-
A mí no me gustan las chicas mayores que yo.
PAULA-
Sabes a qué me refiero, no seas pilla.
PENÉLOPE-
Lo curioso es – puede que te extrañe- que en cuanto más me
enteraba de lo golfo que era más me apetecía que saliéramos
juntos.
PAULA-
No me extraña. Eso nos ha sucedido a muchas.
PENÉLOPE-
Ah ¿sí? Esa confesión la archivo, tienes que contarme.
PAULA-
Te prometo que si no te cansas de mí también te contaré algunas
anécdotas de mis relaciones “amorosas”. Aunque no esperes que
sean tan apasionantes como las tuyas.
PENÉLOPE-
No sé yo.
PAULA-
Lo que queda claro es que gozaste de un buen maestro porque, por lo
que cuentas, experiencia no le faltaba.
PENÉLOPE-
Oh, no, nada de nada. Y no creas que resulta fácil en un pueblo ese
estilo de vida. Que se enrollara con novias de otros, pase. Pero es
que el muy golfo no se conformaba con las solteras. Y no me digas,
Paula, que yo también me he acostado con casados. A mí siempre me
buscaron ellos.
Me
limito a sonreír mientras espera mi respuesta.
PENÉLOPE-
Al mes y pico, cuando ya apenas nos separábamos un minuto, me contó
Montse que el marido de Blanca -una vecina suya que tenía un niño
de tres años- no solo lo amenazó sino que una noche cuando salía
del bar intentó atropellarlo con su automóvil porque todos
rumoreaban que se estaba acostando con ella. Recuerdo que yo no la
quise creer.
PAULA-
¿Y eso?
PENÉLOPE-
Pensaba que Montse me lo decía con intenciones de que me alejara de
su hermano. No sabía, la muy tonta, que esa fama de mujeriego que le
estaban creando lo convertía en más deseable aún. Y no solo para
su prima favorita, pues fui testigo -con considerable disgusto como
puedes imaginar- de cómo lo buscaban otras, incluso hermanas de
novias con las que estuviera saliendo.
PAULA-
Pues yo opino, Pe, que eso solo se explica, aunque hoy muestres
ciertos reparos, porque tu primo os ofrecía cosas que no
encontrabais en otros chicos.
PENÉLOPE-
Anda, claro.
PAULA-
No me refiero a lo que piensas. Hablo de valores. No creo que solo lo
desearais por lo bueno que estaba.
PENÉLOPE-
Todas considerábamos que sí que estaba muy bueno -y lo sabía-,
pero tampoco es que fuese un adonis como alguno que he conocido
después. ¿Otras cualidades suyas que gustaban? Resultaba divertido,
simpático y reconozco que es muy sociable. Habla con todo el mundo y
no se corta por nada ni con nadie, ni mujeres ni hombres. Bueno, y
cuando quería también era muy cariñoso.
PAULA-
Ves como le van saliendo virtudes que todas desearíamos en nuestro
hombre ideal.
PENÉLOPE-
¿Virtudes? Me sorprende esa palabra en tu boca. No, si al fin me
convencerás de que mi primo Rafa es un “modelo” y que me olvide
de su faceta de golfo.
PAULA-
Sospecho que has primado sus aspectos canallas en tu valoración. No
tengo muy claro aún si para no colgarte más de él o porque en
algunos momentos te culpabas de esa relación y deseabas castigarte.
PENÉLOPE-
¿Oye, de las dos, tú eres la que estudió periodismo o psicología?
PAULA-
Perdona, pero es que en ciertos temas, cariño, pareces un libro
abierto. Y aunque no me lo preguntes me tomaré la licencia de
decirte que tu primo Rafa me parece -al menos en aquella época- un
tipo diez. Al menos yo le concedería un diez, o como mínimo un
nueve. Si lo hubiera conocido da por seguro que también yo me lo
hubiese ligado. Por cierto, ¿cumplió con su cita para el día
siguiente?
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario