ENTREVISTA
XXV
Hoy se
presenta monísima. Como siempre, aunque con más intención, con un
vestido corto de Desigual, sin mangas y con originales estampados
geométricos sobre fondo rojo, el pelo suelto luciendo su linda
melena, gafas verdes Ray-Ban estilo aviador y sandalias con cuña de
esparto que, contradiciendo su preferencia por el calzado plano, la
elevan varios centímetros. Intuyo que presiente que recibiremos
“visita”. La beso y la invito a sentarse a “nuestra mesa”.
El
camarero de los rizos no tarda ni cinco minutos en atendernos. Es él
quien se encarga de los elogios a la Pe irresistible de esta soleada
mañana de junio. Yo procuro ejercer de cumplidora profesional.
PAULA-
¿Se vieron correspondidas las invitaciones de Rafa y Montse para lo
que restaba de verano?
PENÉLOPE-
Nos encontrábamos ya a mediados de agosto. Ay, Paula, se me había
ido el tiempo en un suspiro. Me moría de ganas por volver a dormir
con mi prima, pero me daba mucha vergüenza. Así que cuando pasaron
tres días, el propio Rafa se acercó a casa de la abuela y, sin
preguntarme, le comentó, “abuela, Penélope hoy va a quedarse a
pasar la noche con Montse. No te importa, ¿verdad?”. Me puse roja
como un tomate.
“¿Te
apetece, pequeña?”
“Oh
sí, abuela, me apetece mucho”, acerté a responderle, azorada y
con una voz de tonta que ni imaginas.
>>El
granuja de Rafa sonreía.
PAULA-
O sea, que la bonita historia de amor con tu primo prosiguió hasta
el final del verano.
PENÉLOPE-
Al menos dos noches cada semana iba a dormir a casa de los tíos. No
creas que eran muchas, porque faltaba menos de un mes para que
llegase mamá a recogerme. Aunque la última semana pasamos juntos
varias noches seguidas. Eso sí, venciendo algún reparo de la abuela
que algunas mañanas aseguraba verme unas ojeras como si no hubiese
pegado ojo en toda la noche.
“No
sé yo tu primita y tú que líos os traéis entre manos. Os pasareis
hablando de chicos y os darán las tantas sin acostaros. Ya le diré
a la tía Araceli que no os permita trasnochar”.
>>Yo
guardaba un prudente silencio.
PAULA-
Por lo que veo ya eras tan lista como ahora. Y también tan codiciosa
e insaciable.
Se
ríe.
PENÉLOPE-
Oh, creo que más. No sabes lo feliz que me sentía al levantarme
cada mañana.
PAULA-
Puedo imaginarlo.
PENÉLOPE-
Aunque también pasaba mis nervios, no creas. Sobre todo por la
noche. Los tíos suelen acostarse temprano porque madrugan. Y si
ellos se acostaban antes que nosotras no había ningún problema
porque Rafa me llevaba a su dormitorio, me desvestía (le gustaba
mucho desvestirme) y cuando ya lo habíamos hecho y nos entraba el
sueño después de besarnos, abrazarnos y llenarme de gozo con las
más tiernas caricias, me indicaba que me fuese a la cama de Montse.
Por cierto, a la muy cotilla siempre la encontraba despierta para
preguntarme no solo qué tal me había ido sino para sonsacarme
detalles de lo que me hacía su hermano y de lo que sentía yo.
PAULA-
¿Se lo contabas?
PENÉLOPE-
Procuraba mentirle un poco para que no se muriese de envidia.
PAULA-
Qué generosa.
PENÉLOPE-
Lo soy. Lo malo, como iba a decirte, eran aquellas noches que sus
padres se retrasaban en acostarse y nos decían a Montse y a mí,
“vamos, chiquillas, ya es hora de que os vayáis a la cama”.
Obedecíamos, claro, y yo me consumía de nervios esperando que
llegase Rafa y con miedo a dormirme si tardaba más de la cuenta.
PAULA-
¿Hubieras podido dormirte en esa situación?
PENÉLOPE-
No, pero me daba miedo que se me cerraran los ojos en contra de mi
voluntad. Sobre todo cuando llegaba a retrasarse hasta una hora. Creo
que a propósito para chincharme. Abría la puerta con sumo sigilo,
se acercaba a mí. Montse puede que ya durmiera. Me tomaba del brazo
y me ayudaba a levantarme. En previsión de sorpresas en el pasillo y
siguiendo sus instrucciones, él se adelantaba mientras yo me vestía
mi camiseta y salía a pocos segundos que él. Eso sí, con las
piernas temblando, sin apenas posar los pies en el suelo ni apartar
la mirada de la puerta del dormitorio de los tíos.
>>Curiosamente
esas noches eran las que llegaba a la cama de Rafa más ansiosa
porque me abrazase y me hiciera el amor, como si la tensión de la
espera también me excitase.
PAULA-
Tu primo, por lo que veo, además de un figura follando es muy hábil
planificando encuentros íntimos. Y contabais con la suerte de que no
se os presentaran “sorpresas” como tú las llamas.
PENÉLOPE-
Se presentaron.
PAULA-
No me digas.
...
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