ENTREVISTA
XXXIII
...PAULA-
O sea, que te quedaste sin tus ansiadas vacaciones de invierno.
PENÉLOPE-
Yo no lo cerré. Tan pesada me puse, que el último día del año me
permitieron que viajara para quedarme hasta Reyes.
PAULA-
La Nochevieja es una noche ideal para pasarla con tu novio.
PENÉLOPE-
Lo es. A la abuela le sorprendió mi llegada y se puso muy contenta.
A Rafa no lo vi hasta la cena. Como nos reuníamos la familia (sus
padres, Montse, los tíos Micaela y Luis, Miqui y los mellizos) para
cenar en casa de abu, programó que después de las uvas nosotros
iríamos a celebrarla al pueblo de la fiesta donde tan bien lo
habíamos pasado en el verano.
“Y
Montse y Miqui ¿no se empeñarán en que las llevemos?”, le
pregunté.
“Estorban”.
“No
seas malo”.
“Hemos
organizado en la nave de un almacén vacío a las afueras del pueblo
una buena juerga para esta noche. Seguro que les apetece quedarse. Y
si no les gusta tendrán que acatar mis órdenes”.
“Si
dices, “habéis organizado”, es que también cuentan contigo”.
“No
te preocupes, sabrán divertirse sin mí”.
>>Durante
la cena Rafa se sentó a mi lado. Yo estaba muy contenta. Me moría
de ganas por reencontrarnos y que me volviera a besar y a hacerme el
amor. Mientras hablaba con el resto de comensales apoyaba su
pantorrilla en la mía o su pie descalzo sobre el empeine del mío
para acariciarme y eso me gustaba. Pero cuando escondió su mano bajo
la mesa y la colocó sobre uno de mis muslos, di un respingo y se me
encogió el estomago. Recuerdo que le comentaba algo a la tía
Micaela, sentada frente a él, y yo me puse colorada, porque su mano
ascendió por la cara interna de mi muslo hasta colocármela sobre el
sexo. Me moría de vergüenza y acerqué cuanto pude mi cuerpo al
plato en que comía para que no nos descubriesen. Él no paraba de
reírse o sonreír mientras me excitaba con su mano, pero mirando a
la tía como si le hiciese gracia lo que ella le contaba.
>>Aquella
noche cené muy poco.
PAULA-
Los nervios ¿O la excitación?
PENÉLOPE-
Estaba todo riquísimo, pero se me había puesto el típico nudo en
el estómago y temía que mi abuela fuera a amenazarme con algún
castigo por no comer. Pero por suerte en aquella cena contaba con
otros nietos de los que ocuparse, sobre todo Noé y Rober, que aún
no habían cumplido nueve años y eran muy graciosos.
>>Para
colmo, el granuja de Rafa no se cansaba de coquetear. Incluso acercó
su boca a mi oído.
“Pensé
que ya no ibas a venir estas vacaciones”, me susurró. “Y si no
vienes hoy, estallo. No sabes cuánto te deseo”.
>>Había
intentado separarme las piernas mientras me decía eso. La tía, que
no dejaba de mirarnos, le increpó:
“¿Qué
cuchicheáis? En la mesa no se habla al oído, Rafa, es de muy mala
educación”.
>>Yo
me puse más roja aún. Creo que ella se daba cuenta del coqueteo que
nos traíamos y sonrió para decirme en un tono que consideré
irónico:
“Estás
guapísima, Pe. No me extraña que tu primo quiera piropearte”.
>>Por
las ganas me hubiera escondido debajo de la mesa. Y más cuando ante
su comentario todos fijaron sus ojos en mí y el tío Venancio dijo:
“Penélope
siempre ha sido muy guapa”.
>>
También me daba un poco de corte que finalizada la cena nos vieran
salir solos a nosotros dos. Pero el listo de Rafa planeó que
saliéramos cuando las primas, como si fuésemos a pasar la noche
juntos los cuatro.
PAULA-
¿Y cómo resolvisteis el problema con ellas?
PENÉLOPE-
De hecho consideraba que debían estarle agradecido porque sus padres
dijeron que como iban con el primo las dejaban quedarse hasta que
regresara él. A ambas nos interesaban las complicidades ajenas.
PAULA-
Y tu primo, por lo que veo, era un estratega muy hábil.
PENÉLOPE-
Rafa les dijo que me iba a llevar a conocer una discoteca nueva que
habían abierto (lo de la discoteca era verdad) y que podrían
divertirse más en su pueblo, donde conocían gente.
“Pero
pasáis a recogernos antes de ir a casa”, dijo Montse, que siempre
era la más precavida y miedosa.
“Vale,
y disfrutad, que con lo guapas que os habéis puesto os rifarán los
tíos. Es la primera Nochevieja que os dejan salir y ya sabéis
gracias a quién. Me debéis una”.
>>Yo
sonreía por lo bajo oyendo lo camelador que es el primo y para que
no se mosquearan. Nos despedimos con besos y deseándoles feliz año
nuevo a Montse -discreta con un vestido de volantes por la rodilla y
un chaquetón marino- y a Miqui -ella sí verdaderamente espectacular
aquella noche a sus recién cumplidos quince años, vistiendo bajo la
trenka una falda diminuta y una blusa transparente ajustada a los
pechos y de la que nada más salir de casa se soltó los dos botones
superiores formando un pronunciado escote que le desnudaba los
hombros, subida a sus típicas plataformas, peinada de peluquería y
con una raya negra en los ojos que le confería un gracioso aire de
pícara. A los labios les pasó una barra de carmín muy vivo en
cuanto salimos a la calle como si no se hubiese atrevido en casa,
cuando ya sin pintarlos parecía una traviesa pin-up-...
CONTINUARÁ...
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