LA
MASTURBACIÓN.
PAULA-
Pe, me gustaría antes de proseguir con tu historia formularte una pregunta íntima.
PENÉLOPE-
Las que me has hecho lo son.
PAULA-
Conocemos tu primera relación sexual. También la primera vez que te
masturbaron. Pero me gustaría saber si antes te habías masturbado
tú misma.
PENÉLOPE-
¿Piensas que disfrutaría el sexo como lo disfruto si no hubiera
sido así?
PAULA-
Yo me limito a preguntar. De todos modos, en ese caso, ¿a qué edad comenzaste a proporcionarte
placer?
PENÉLOPE-
Muy jovencita. No habría cumplido aún los doce años.
PAULA-
¿Surgió de manera espontánea o estimulada por
conversaciones picantes con amigas?
PENÉLOPE-
No recuerdo haber hablado con mis amigas del tema a esa edad. Sencillamente creo
que un buen día (mejor, una buena noche porque siempre me ha gustado
hacerlo por la noche, en la cama y poco antes de dormir) comencé a
tocarme en ciertos sitios, comprobé que me agradaba y me seguí
acariciando.
PAULA-
También has hablado de lo religiosa que es tu madre. ¿Te generaron
algún sentimiento de culpa sus enseñanzas?
PENÉLOPE-
Mamá sigue al pie de la letra (?) los preceptos de su religión. Yo
la consideraba muy mística entonces, pero salvo algunos
comentarios despectivos hacia el sexo, nunca le oí mencionar temas
sexuales. Ni para formarme ni para reprimirme. Afortunadamente. Papá no lo hubiera permitido. Él sí es un hombre de
pensamiento libre y en su condición de psiquiatra conoce y valora la
importancia de satisfacer adecuadamente tus instintos sexuales en la
formación de la personalidad.
PAULA-
Que tú, en tu condición de psicóloga, imagino que apoyas.
PENÉLOPE-
Coincidimos ambos con Freud. Mamá le dejaba a él la tarea de
"formarme" en ciertas cuestiones, y se lo agradezco. Mi
padre es un gran hombre y muy inteligente.
PAULA-
Se nota que lo quieres.
PENÉLOPE-
Lo quiero. Mucho. Y valoro sus enseñanzas. Pero con once años
(puede que debido a que me consideraban muy niña) no disponía
yo aún ni de formación ni de principios establecidos sobre esos
temas. Simplemente creo que fui una chica con suerte, porque comencé
a satisfacerme muy temprano (aunque 11 es una edad bastante común),
a disfrutar de mi cuerpo, y estoy convencida de que es algo que ha
influido en que hoy siga disfrutando en mis contactos sexuales como
pienso que se debe disfrutar.
PAULA-
¿Descubriste pronto tu punto G?
PENÉLOPE-
No lo descubrí hasta que no me lo "descubrieron". Yo me
satisfacía acariciándome entre las piernas, las caras internas de
los muslos, cualquier zona que notaba sensible... Según me iba
excitando humedecía los dedos con saliva y recorría con suavidad
mis labios mayores. Y cuando me sentía más excitada, comenzaba a
estimularme en el clítoris hasta que llegaba al orgasmo. Pero nunca
me introduje objetos, ni siquiera un dedito en la vagina, hasta que
me los introdujeron.
PAULA-
¿Actuabas así por algún motivo especial?
PENÉLOPE-
Simplemente porque eso era lo que me gustaba e imagino que cuando
estaba muy caliente lo que menos se me ocurría era experimentar ya
que conocía "caminos seguros". De todos modos, por si no
lo sabes, te diré que , según Kinsey, el 85% de las jovencitas
(puede que incluya a todas las mujeres en general -no lo recuerdo
ahora-) se masturban con la estimulación externa del clítoris.
PAULA-
O sea que por lo que te oigo, recomiendas la masturbación a los
adolescentes.
PENÉLOPE-
Yo no recomiendo nada, Pau.
PAULA-
Me refiero en tu condición de psicóloga.
PENÉLOPE-
En estos momentos estamos hablando como mujeres. No te veo como una
paciente.
PAULA-
Por fortuna, no.
Reímos.
PENÉLOPE-
De todos modos creo que poca gente (me refiero a personas adultas)
ignora hoy el papel que juega la masturbación en una chica -o chico-
en edades tempranas. No solo para proporcionarse placer que ya sería
un motivo más que justificado, sino para el alivio de tensiones
-incluida la sexual- o reafirmar su autoconfianza en futuras
relaciones. También ayuda a sentirse menos sola. En este sentido sí
creo que formadores y padres deberían informar adecuadamente y nunca
reprimir las primeras manifestaciones relacionadas con el sexo de sus
hijos, por muy niños o niñas que fueran.
PAULA-
Pues eso es todo en cuanto a mi interés por tus masturbaciones.
PENÉLOPE-
¿Satisfecha, entonces?
PAULA-
Satisfecha. Si me lo permites, solo una última pregunta. ¿Te sigues
masturbando?
PENÉLOPE-
Ni lo dudes. Lógicamente en las épocas en que mantengo una intensa
vida sexual con chicos, menos, pero siempre, siempre.
PAULA-
Como una actividad complementaria, vamos.
PENÉLOPE-
La masturbación no solo me parece complementaria, sino diferente a
las relaciones con una pareja. No voy a decir que no tengan nada que
ver. Pero para mí, acariciarme yo y proporcionarme placeres de
índole tan íntima cobra un sentido y una comunicación conmigo
misma que pocas veces he encontrado con un hombre (no digo mejor ni peor), por cariñoso que
sea o enamorados que estemos.
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