sábado, 10 de enero de 2015

Sexi entrevista a Pe.


ENTREVISTA XXVIII
>>El muy bestia entraba y salía como si de verdad quisiera cumplir su amenaza de traspasarme. Sin embargo, tras cuatro o cinco penetraciones comenzó a gustarme tanto aquella manera golosa y un poco salvaje de amarme, que mis puñetazos se convirtieron en un abrazo a su cintura al que entregué todas mis energías porque deseaba sentirlo cerca. Muy muy cerca. Que nuestras pieles se incendiaran con el roce.
>>Lo rodeé con piernas y brazos y debí ponerme colorada porque me ardían las mejillas y dijo:
“Qué guapa te pones, Pe, cuando te ruborizas”.
>>Y aunque intentaba reprimirme para que mis ruidos no despertaran a nadie (la habitación de Montse iba pared con pared a la “nuestra” y la de los tíos dos o tres pasos al fondo al otro lado del pasillo), se me escaparon sin querer gemidos y más gemidos. Me gustaba el tacto cálido de su cuerpo chocando contra el mío, y su aliento como fuego a punto de incendiar el mucho alcohol que sin duda se había tomado.
“Gime, preciosa, sigue gimiendo”, me susurraba, para preguntarme el muy gamberro a continuación “¿qué es lo que más te gusta?” y yo le decía, “que me folles, Rafa, que me sigas follando”, siguiendo al pie de la letra las instrucciones que me había facilitado para responderle la primera noche que me lo preguntó y no acertaba qué decirle.
“Cada día me gusta más follarte, Pe y, tan jovencita, lo bien que follas. Eres una criatura divina”.
“Tú sí que sabes hacérmelo, Rafi”-le dije, y abrí los ojos y observé su rostro tenso pero pleno de felicidad mientras su tronco se combaba una y otra vez como un felino para golpearme con todas sus ganas entre las piernas.
“Oh, Rafi, eres el mejor”.
“¿Cuántos te lo han hecho para comparar?”
“Ah, secreto”.
>>Me agarró la melena a la nuca intentando inmovilizarme, con el resto de su cuerpo presionando sobre mí, me besó en los labios casi hasta morderme y luego dijo:
“¿Te ha follado ese cabrón?” No me mientas. Le negué moviendo la cabeza y mirándolo con ojos de mimosa. “Ahora vas a enterarte de lo que es un buen polvo”.
>>Me reía por dentro porque, aunque apenas me permitía moverme y el corazón me latía con estrépito, me encantaba sentirlo poderoso cubriendo a una chica flaquita y débil como yo, y eso que pesaba lo suyo y a diferencia de otras noches no se preocupaba de apoyarse sobre los codos para no lastimarme.
>>Me pareció increíble que con solo diecinueve años supiera lo que sabía, entrándome hasta el fondo si mi deseo era lo que demandaba o deleitándome zonas que nunca hubiera imaginado tan sensibles, incluso superficiales, donde el placer que conseguía no era menor. Yo seguía abrazada a él, ardiendo y a punto de estallar, cuando, intuyendo -no solo por mis gemidos- lo que me sucedía, me golpeó más fuerte que nunca, contrayendo sus glúteos, sofocado pero incansable en su intento por complacerme, y consiguió que me corriera.
PAULA- Imagino que también intentaría complacerse a él mismo.
PENÉLOPE- Era muy generoso en las relaciones sexuales.
PAULA- ¿Era?
PENÉLOPE- Es. Creo que llegamos a olvidarnos del lugar donde nos encontrábamos y preparamos cierto alboroto. Nos besamos a lo bruto. Ahora los dos. Rodamos sobre la cama, sin separarnos un milímetro, y al situarme encima de él me soltó el pelo. Yo sonreí y le dije:
“¿No piensas terminar?”. Aunque como me sentía muy agradecida continuaba colaborando en la medida de mis posibilidades.
>>Él tardaba mucho en correrse. Puede que por culpa de las cervezas y los cubatas que se habría bebido. Ya no aceleraba como al principio. Parecía que le costase esfuerzo elevarme, aunque me seguía llegando bien al fondo y susurraba entre dientes:
“Pero que buena estás primita, ¿te he dicho que es una gozada follarte?”.
“Oh, no, no te lo había oído nunca”.
“Quieres que lo repita otra vez, ¿eh, viciosilla?”
>>Me elevó otras cuatro o cinco veces y luego se relajó tanto que pensé que fuera a dormirse bajo mi cuerpo. Si te soy sincera, yo casi me estaba cansando.
PAULA- Claro, cuando la niña lista alcanza su clímax ya no le importa desentenderse de su pareja...



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